El COVID-19 y el trabajo en el mundo


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Hasta el 22 de abril de 2020, el 81% de los empleadores y el 66% de los trabajadores por cuenta propia que viven y trabajan en países afectados por el cierre ordenado o recomendado de los lugares de trabajo, se encuentran con graves repercusiones sobre los ingresos y los empleos. 

Conjuntamente, los empleadores y los trabajadores por cuenta propia, alrededor de 436 millones de empresas de los sectores más afectados en todo el mundo enfrentan un alto riesgo de experimentar graves perturbaciones. Y más de la mitad de estas empresas –unos 232 millones– están en el comercio al por menor y al por mayor, uno de los sectores más afectados actualmente a nivel mundial.

La OIT insta a la adopción de respuestas políticas urgentes y significativas para proteger tanto a las empresas, en particular las más pequeñas, como a los trabajadores, sobre todo aquellos que operan en la economía informal.

Los cierres de los lugares de trabajo tienen repercusiones graves e inmediatas sobre las actividades corrientes de las empresas y de los trabajadores por cuenta propia, exponiéndolas a un riesgo elevado de insolvencia. Aun cuando se levanten las medidas de contención, las empresas y los trabajadores por cuenta propia que sobrevivirán seguirán afrontando desafíos, ya que se prevé que la recuperación sea incierta y lenta.

El posible incremento del desempleo mundial durante 2020 dependerá sustancialmente del comportamiento de la economía mundial en el segundo semestre del año y de la eficacia de las medidas políticas para preservar los empleos existentes e impulsar la demanda de mano de obra una vez que la fase de recuperación haya comenzado.

Entre los trabajadores de la economía informal gravemente afectados por la crisis, las mujeres están sobrerrepresentadas en los sectores de alto riesgo.

Es probable que la pérdida de ingresos para los trabajadores de la economía informal sea masiva. Las estimaciones de la OIT muestran que el ingreso mensual de los trabajadores informales debería disminuir durante el primer mes de la crisis al 60% a nivel mundial

Respuestas políticas para proteger a las empresas y a los trabajadores:

Las empresas y los trabajadores de todo el mundo necesitan un apoyo inmediato, a una escala sin precedentes a través de los cuatro pilares del marco de políticas de la OIT

Pilar 1: Estimular la economía y el empleo 

• Una política fiscal activa 

• Una política monetaria flexible 

• Préstamos y ayuda financiera a sectores específicos, incluido el sector de la salud

Pilar 2: Apoyar a las empresas, los empleos y los ingresos 

• Extender la protección social a toda la sociedad 

• Aplicar medidas de mantenimiento del empleo

• Ofrecer a las empresas ayuda financiera/fiscal y otros medios de alivio

Pilar 3: Proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo 

• Reforzar las medidas de SST 

• Adaptar las modalidades de trabajo (por ejemplo, el teletrabajo) 

• Prevenir la discriminación y la exclusión 

• Permitir el acceso a la sanidad para todos 

• Ampliar el recurso a una licencia remunerada

Pilar 4: Buscar soluciones mediante el diálogo social 

• Fortalecer la capacidad y la resiliencia de las organizaciones de empleadores y de trabajadores 

• Fortalecer la capacidad de los gobiernos 

• Fortalecer el diálogo social, la negociación colectiva y las instituciones y mecanismos de las relaciones laborales

La ayuda a las empresas y a los empleos debe estar dirigida a los más vulnerables a fin de mitigar las consecuencias sociales y económicas del período de confinamiento. Habida cuenta de la vulnerabilidad de las pequeñas empresas y de los trabajadores en la economía informal, los gobiernos deberían explorar todas las opciones que permitan financiar medidas de apoyo a las empresas y a sus trabajadores y proporcionar una protección social adecuada.

La coordinación internacional de las medidas de estímulo es esencial para que la recuperación mundial sea más eficaz y sostenible. Tal y como solicitó el Secretario General de las Naciones Unidas, la comunidad internacional puede desempeñar un papel decisivo para apoyar a los países con muy poco espacio fiscal al proporcionar liquidez y asistencia financiera, y aligerando o posponiendo el pago de la deuda externa8. El apoyo del G-20 a la suspensión temporal del pago de su servicio de deuda bilateral o multilateral para los países de bajos ingresos es un paso significativo en la dirección correcta, así como lo es el potencial alivio de la deuda instado por el FMI y el Banco Mundial.

Las respuestas para ser eficaces deben ser rápidas y precisas. La adopción de medidas inmediatas, basadas en los contextos específicos de los distintos países (estructura de la composición de las empresas, nivel de informalidad, etc.) serán esenciales en cada fase de la crisis del COVID-19: las medidas de contención y de reducción de la actividad económica, de reactivación una vez que la pandemia esté bajo control y de recuperación.

Los gobiernos deben seguir acelerando la ayuda a las empresas y a los trabajadores. Los gobiernos deben privilegiar la simplificación y agilización de los procesos para acceder a las prestaciones por desempleo, extender el apoyo a los trabajadores por cuenta propia y facilitar el acceso al crédito y a las garantías de préstamo a las empresas, sobre todo a las pequeñas empresas y las informales.

Las políticas deben dar prioridad al apoyo a los ingresos, tanto para las empresas como para los trabajadores, a fin de mantener la actividad económica, con atención especial a las empresas que corren mayores riesgos de quiebra comercial, así como a los trabajadores independientes y a los trabajadores que tienen más probabilidades de caer en el subempleo o en el desempleo de larga duración.

En la fase de reactivación, las políticas deberían estar dirigidas a ofrecer información oportuna sobre el estado de las medidas de contención y de las estrategias de salida. La salida del confinamiento debería basarse en el diálogo social a fin de garantizar que la reapertura de los lugares de trabajo tenga lugar con todas las garantías de seguridad para los trabajadores y los consumidores.

En la fase de recuperación, debería prestarse mayor atención al fortalecimiento de las políticas de empleo a fin de apoyar a las empresas y a los trabajadores, junto a instituciones del mercado laboral más fuertes y sistemas de protección social integrales que cuenten con los recursos necesarios, incluidas las políticas y la infraestructura del cuidado, que intervienen automáticamente y de manera inclusiva cuando ocurren las crisis. 

Fuente: Observatorio de la Organización Internacional de Trabajo


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